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lunes, 11 de mayo de 2020

DE PANDEMIAS, BULOS, EL MÉDICO PANDO Y SU HIJO MAESTRO



Asistencia médica. Hasta hace cuatro o cinco días estuvieron la inmensa mayoría de los enfermos asistidos por un solo médico, el inspector sanitario don Francisco Pando que se hizo acreedor a una recompensa por su verdadero heroísmo, él solo para 800 enfermos tenía a la fuerza que prestar una asistencia deficiente, pues es imposible multiplicarse. No obstante, logró atajar el mal y evitar en la mayor parte de los casos complicaciones.
La pandemia da ocasión para volver sobre nuestros pasos, sobre nuestra historia. He rescatado en mi reciente libro Esta es otra Historia, unos pocos datos del represaliado mendaviés Emilio Pando Fernández, fusilado en Gijón. Su padre Francisco había sido médico de Mendavia en 1916 y 1917. Buscando estos días en hemeroteca digital de Asturias, he obtenido algunas informaciones más, dos de ellas de notable interés.
La primera de ellas relativa al papel “heroico” que jugó el médico en la pandemia de 1918, en el pueblo de Colunga, con cientos de infectados. Tanto heroísmo no fue suficiente para salvarle la vida, 20 años después. ¿Aprenderemos de esta historia, en relación a nuestro personal de salud? Solo los alabamos mientras nos cuidan.
Por otra parte, el artículo al que hago referencia pone de relieve que el manejo político de la pandemia que actualmente hacen los gobiernos y las oposiciones no es cosa nueva. En particular, el papel que han están jugando las oposiciones españolas y venezolanas resulta de lo más ruin y rastrero, inspiradas en los viejos modos del ABC de 1918. Apuestan a crecer electoreramente desentendiéndose del problema que a todos afecta. Aprendemos que las fake news solo tienen de nuevo una cosa: su nombre.

La segunda de ellas, es apenas una nota en la que se informa que al hijo mendaviés, Emilio Pando, le había sido otorgado un título de maestro interino. Con él se incrementan el número de maestros mendavieses (nacidos o residentes) represaliados. Se une al grupo de Rafaela Álvarez de Eulate, Esmeralda Llorente, Lucio González y Blasa Valerio (Esta es otra historia, pp. 232-233).

Emilio Pando Fernández, mendaviés, había nacido el 28/03/1916 (fol. 24, 11). Era estudiante, hijo de Francisco Pando Rivero (nacido en 1888, en Villaviciosa, Asturias, vecino de Colunga, hijo de Adolfo y María), quien había hecho un curso de alemán por la Universidad de Santiago y tenía título de Medicina expedido en 1912. Francisco ejerció de médico en Mendavia en torno a 1916 (probablemente de 1914 a 1917), motivo por el cual su hijo nació en este pueblo. La madre de Emilio era Pilar F. Puente (Santiago). Emilio Pando era vecino de Colunga, soltero y estudiante, hasta que fue convocado el día 26-3-1937 a recoger su título provisional como maestro interino (Periódico CNT de Gijón). 
Se sabe que, en 1916, el médico Francisco Pando atiende gratuitamente, según contrato con el Ayuntamiento de Mendavia, a 50 familias pobres.
En 1918, Francisco y su familia, estaban ya en Asturias. Desde 1918 a 1933, se encuentran algunas referencias en la prensa local, que lo sitúan ejerciendo como médico en Colunga, Asturias. Con ocasión de la epidemia de la gripe, el diario El Noroeste, de Gijón, 18-10-1918, p. 3, publica una carta del pueblo de Colunga, en protesta por la manipulación política que hacía el diario ABC de su situación (si te interesa el asunto de las fake news, te recomiendo un paseo por la carta completa en https://hemeroteca.gijon.es/). En un largo texto de defensa de las medidas tomadas, de acuerdo a sus posibilidades, e incluyendo aclaratorias numéricas, de muertos y afectados, se encuentra esta importante información sobre Francisco Pando, el médico que ejerció en Mendavia.

Asistencia médica. Hasta hace cuatro o cinco días estuvieron la inmensa mayoría de los enfermos asistidos por un solo médico, el inspector sanitario don Francisco Pando que se hizo acreedor a una recompensa por su verdadero heroísmo, él solo para 800 enfermos tenía a la fuerza que prestar una asistencia deficiente, pues es imposible multiplicarse. No obstante, logró atajar el mal y evitar en la mayor parte de los casos complicaciones.

En 1921, Francisco es nombrado miembro municipal de la Junta de Socorro para los soldados en África (La Prensa, 26-8-1921, p. 5). En 1923, se menciona un accidente automovilístico en el que su vehículo queda destrozado (La Prensa, 27-12-23, p. 2). El 3-9-24 informa el diario El Noroeste que Francisco Pando ha sido nombrado corresponsal del diario argentino El Heraldo de Asturias (p.4). Años más tarde, apareció como Presidente del Consejo Local de Colunga (La Prensa, de Gijón, 31-3-33). Al poco, se presentó –sin resultados favorables– a las elecciones de Diputado a Cortes por Asturias en noviembre de 1933, por el Partido Radical Socialista independiente (La Prensa, de Gijón, 9-11-33, p. 4; y 21-11-33, p.1).

Padre e hijo fueron condenados a pena de muerte y fusilados, tras un consejo de guerra, en Gijón, el 5 de enero del 38. El padre tenía entonces 50 años. En el diario Región, de Oviedo (1, 20 y 24 de febrero de 1938) se publica el Expediente de Incautación de Bienes de Francisco, su esposa y su hijo.

Francisco era “médico titular de Colunga; de Izquierda Republicana; del Comité de Colunga; director de hospitales; vocal del Tribunal Médico de un Cuerpo de Ejército con graduación de capitán; capturado cuando pretendía huir en uno de los barcos que zarparon de Gijón”. (Parquedelamemoria.org, Sartaguda).

En el enlace


Se encuentra este escrito del Javier Caso, que aporta importantes datos sobre el reciente proceso seguido por la familia hasta obtener del Estado una declaración de reparación.

El artículo incluye Foto de DANIEL MORA: "Los nombres de Francisco Pando y de su hijo, en el monumento gijonés del Sucu". 

Una injusticia reparada
28/06/2010 JAVIER G. CASO

Tres nietas del médico colungués Francisco Pando, fusilado en Gijón en 1937 como su hijo Emilio, consiguen una declaración de reparación y reconocimiento para sus dos familiares.
El franquismo fusiló a los abuelos y sumió en el miedo a viudas e hijos. Unas y otros optaron por el silencio ante el temor a nuevas represalias en plena dictadura. Muchos años después son los nietos los que echan la vista atrás para sacar del olvido y recuperar la memoria de sus mayores.
Así lo han hecho las hermanas Pilar, Ana María, y María José Pando Bonet. Tras más de un año de investigación, de recopilar información y documentación en multitud de lugares y archivos, han conseguido honrar la memoria de su abuelo paterno, Francisco Pando Rivero, y de su tío, Emilio Pando Fernández. Los dos fueron fusilados en Gijón el 5 de enero de 1938, tras un Consejo de Guerra. Sus restos fueron enterrados en la fosa común del cementerio gijonés del Sucu. Y sus nombres figuran entre los 1.934 incluídos en el monumento inaugurado en abril pasado.
72 años más tarde, estas tres hermanas, amparadas por la ley de Memoria Histórica, han conseguido que el Estado, en un documento firmado por el Ministro de Justicia, Francisco Caamaño, emita sendas declaraciones de reparación y reconocimiento personal para sus dos familiares. Justicia reconoce que tanto Francisco Pando Rivero, de 50 años, natural de Villaviciosa y médico titular del Ayuntamiento de Colunga, como su hijo Emilio, estudiante, y que tenía 21 años, sufrieron «persecución y violencia por razones políticas e ideológicas». Además de calificar de injustas sus sentencias de muerte, Justicia advierte que las dos fueron dictadas por el «ilegítimo» Consejo de Guerra Permanente celebrado en Gijón el 14 de diciembre de 1937. 

MEMORIA FAMILIAR 
Y cómo lograron este reconocimiento? Las hermanas Pando explican que cuando conocieron la «trágica» historia de su familia en los años de la Guerra Civil Española, «apenas conocida por nosotras hasta hace menos de un año», se pusieron a trabajar para regalarle a su padre, que este año cumplió 90 años, una memoria familiar que recogiera todo lo que él y su familia padecieron durante aquella contienda.
«Enseguida pudimos comprobar y corroborar, mediante documentos, las tremendas injusticias que con ellos, como con miles de españoles de uno y otro bando, se habían cometido», afirmaron. La investigación les sirvió para dirigirse al Ministerio de Justicia y solicitar la reparación oficial de sus familiares. La obtuvieron 8 meses después. Hasta el pasado mes de marzo, Justicia recibió 1.064 solicitudes, que dieron lugar a 567 declaraciones de reparación y reconocimiento personal.
«Hoy la queremos hacer pública, al igual que se ha hecho con otros represaliados famosos, porque creemos que es justo que todos tengan el mismo derecho». Aseguran que su objetivo, al escribir esta historia, «no ha sido ni el de remover el pasado, ni el revanchismo, ni el afán de arremeter contra nadie, sino que sus hijos, nietos, bisnietos y demás generaciones aprendan que la intolerancia, el fanatismo y las guerras sólo conllevan desgracias».

EMOCIONES Y SORPRESAS 
Afirman que han sido unos meses de trabajo intenso, de emociones, sorpresas e impresiones fuertes. Pero creen que ha valido la pena. Han conseguido recopilar los hechos que configuran una parte de la historia de su padre: Una historia triste, ligada a una guerra, a muchas mentiras, odios, traiciones e injusticias, una más de las miles que vivieron aquellos años muchos españoles.
A la vez recuperaron la historia de su abuelo, una vida ligada a su profesión y a sus ideas, primero como médico titular del Ayuntamiento de Colunga desde febrero de 1914 hasta 1936. Desde agosto de ese año ejerció como director de los hospitales de infecciosos y de sangre que organizó en Covadonga. Ambos se habilitaron en el Hotel Pelayo y el Hostal Favila. Francisco Pando fue después Jefe de Sanidad en la zona de Mieres y director del hospital número 42 de Gijón.
Aseguran que su abuelo «fue fiel a sus ideas republicanas y a sus amigos». Tras afirmar que que «rechazó y condenó los actos violentos que presenció en aquella triste guerra», destacan que su profesión y sus ideas «siempre estuvieron al servicio de su partido, Izquierda Republicana, de sus convecinos colungueses, de los enfermos, refugiados y heridos de guerra».
Pando Rivero fue apresado el 20 de octubre de 1937, cuando intentaba marchar hacia Francia a bordo del buque Montseny acompañado de otros dos de sus hijos, Antonio y Adolfo de 16 y 14 años. El primero es el padre de las hermanas Pando Bonet. «Nuestro tío Emilio fue capturado después y corrió la misma suerte que su padre: ambos fueron fusilados. Nuestro abuelo, por sus ideas; nuestro tío, por ser hijo de su padre».
La memoria familiar también recoge lo sucedió al padre de las hermanas Pando y a otro tío: «Los llevaron al campo de concentración de Muros y luego a Camposancos, en Pontevedra. Nunca supieron por qué». Su abuela y otros 4 tíos, huyeron a Francia. Tras tanto sufrir y 73 años después, los descendientes de Francisco Pando están felices. Han podido dar a conocer el reconocimiento que España, de la mano de la ley de Memoria Histórica, brinda a quienes padecieron las injusticias de la Guerra Civil y la dictadura.

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