El 8 de febrero de 1937 cae Málaga en poder
de las tropas franquistas. En Mendavia obligan a celebrarlo, saliendo a las calles.
Sacaban la banda de música y tocaban las campanas de la iglesia cada vez que caía
una plaza importante. En esta ocasión, un tal José, de las Eras, no cumple la orden
porque no tiene para ponerse sino un par de alpargatas rotas; por no celebrar el
triunfo franquista le ponen una multa de 50 pesetas, bajo pena de cárcel. Tuvo
que vender lo poco que tenía y pedir las últimas cinco pesetas a sus familiares
para librarse de la cárcel; quedó en una ruina mayor todavía, con su mujer y cinco
hijos pasando hambre.
Francisco Cenzano Valerio, detenido con
anterioridad en la cárcel de Estella, fue ingresado en la cárcel de Pamplona el
23/02/1937, durante un mes.
El 26 de febrero de 1937 Máximo Elvira Sagasti
(UGT) es desaparecido. Era sobrino de Fermín Sagasti Ganuza, uno de los fusilados
en Lardero.
Gil Valerio estaba trabajando como sacristán del
Hospital Provincial, donde residía como interno. Había empezado a trabajar en
el Hospital desde mediados de 1927, desde los tiempos de Primo de Rivera. En
enero de 1937 lo interrogan y le hacen firmar un documento de “adhesión y
servicios prestados al movimiento nacional”. Al final del mismo, después de
despacharse en palabras de respeto “a las Nuevas Instituciones”, agrega con
algo de intrepidez: “El peso de mis años y la escasez de recursos no me
permiten más”. De poco le sirvió el documento, pues en el mes de marzo es
destituido de su cargo, y señalado como individuo de izquierda y extremista,
“responsable de los sucesos de Mendavia”, y "enchufado por las izquierdas".
Conclusión: “A la calle”. Pero con esos calificativos se estaba dando orden de
cargárselo. El testimonio de un trabajador del hospital señala que, después de
darle una paliza, su cuerpo fue arrojado a la calefacción del hospital. Otros
creen que puede estar enterrado en alguna fosa cercana al hospital, que aún se encuentra sin exhumar.