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jueves, 22 de septiembre de 2016

LA REPRESIÓN CONTINUADA (año 1937)



El 8 de febrero de 1937 cae Málaga en poder de las tropas franquistas. En Mendavia obligan a celebrarlo, saliendo a las calles. Sacaban la banda de música y tocaban las campanas de la iglesia cada vez que caía una plaza importante. En esta ocasión, un tal José, de las Eras, no cumple la orden porque no tiene para ponerse sino un par de alpargatas rotas; por no celebrar el triunfo franquista le ponen una multa de 50 pesetas, bajo pena de  cárcel. Tuvo que vender lo poco que tenía y pedir las últimas cinco pesetas a sus familiares para librarse de la cárcel; quedó en una ruina mayor todavía, con su mujer y cinco hijos pasando hambre.

Francisco Cenzano Valerio, detenido con anterioridad en la cárcel de Estella, fue ingresado en la cárcel de Pamplona el 23/02/1937, durante un mes.
El 26 de febrero de 1937 Máximo Elvira Sagasti (UGT) es desaparecido. Era sobrino de Fermín Sagasti Ganuza, uno de los fusilados en Lardero.

Gil Valerio estaba trabajando como sacristán del Hospital Provincial, donde residía como interno. Había empezado a trabajar en el Hospital desde mediados de 1927, desde los tiempos de Primo de Rivera. En enero de 1937 lo interrogan y le hacen firmar un documento de “adhesión y servicios prestados al movimiento nacional”. Al final del mismo, después de despacharse en palabras de respeto “a las Nuevas Instituciones”, agrega con algo de intrepidez: “El peso de mis años y la escasez de recursos no me permiten más”. De poco le sirvió el documento, pues en el mes de marzo es destituido de su cargo, y señalado como individuo de izquierda y extremista, “responsable de los sucesos de Mendavia”, y "enchufado por las izquierdas". Conclusión: “A la calle”. Pero con esos calificativos se estaba dando orden de cargárselo. El testimonio de un trabajador del hospital señala que, después de darle una paliza, su cuerpo fue arrojado a la calefacción del hospital. Otros creen que puede estar enterrado en alguna fosa cercana al hospital, que aún se encuentra sin exhumar.

jueves, 8 de septiembre de 2016

ASESINADOS EN LOGROÑO

Asesinados en Logroño: La cárcel La Industrial y La Barranca de Lardero

Apenas hubo combates en La Rioja durante la guerra civil. Las tropas de Mola entraron el 19 de julio en Logroño y la represión fue feroz. Hasta enero de 1937 se realizaron la mayor parte de los asesinatos. Cuando la cárcel Provincial estuvo llena, usaron la Escuela Industrial y un frontón como centro de reclusión. Los piquetes de fusilamiento eligieron La Barranca cuando no cabían ya más muertos en el cementerio de Logroño. Presos políticos abrieron las zanjas al borde de las cuales se produjeron los fusilamientos nocturnos, producto de las "sacas" en las cárceles.
El día 13 de agosto Blas Sádaba Elvira (UGT), sereno, es asesinado en el hospital de Logroño. Pedro Salcedo (UGT), hermano del alcalde Dionisio, es asesinado también en Logroño. Fermín Sagasti Ganuza (UGT) es asesinado el 26 de octubre en La Barranca de Lardero. Fermín era trabajador del campo, vecino de Arrúbal (La Rioja) y natural de Mendavia. Detenido en los primeros días de la sublevación junto con otros líderes campesinos, puesto en libertad, fue nuevamente detenido y conducido a la prisión de "La Industrial". Fue fusilado el 26 de octubre de 1936 en La Barranca de Lardero. Dos meses después, son asesinados dos más: el 10 de noviembre es asesinado en Logroño Pedro Arróniz Ínigo (UGT); y el 24 de noviembre Leonardo Cenzano Valerio (UGT). Hay testimonios de las torturas que sufrió Leonardo Cenzano en “La Industrial” a manos de falangistas mendavieses que subían a darles palizas de muerte. Si no lo mataron en esos momentos fue por los carceleros. Cuando su familia lo fue a visitar, de la ropa no quedaban sino jirones.

La Barranca ha sido durante muchos años un símbolo de resistencia muda en La Rioja contra el franquismo. En los primeros años después de terminada la guerra, las madres o las viudas iban a pie desde los pueblos vecinos a pasar el día en La Barranca, donde todavía se podían ver los promontorios de tierra que dibujaban dos fosas comunes alargadas y el inicio de una tercera. El día de los difuntos, 2 de noviembre de cada año,  las madres y viudas expresaban colectivamente su resistencia, su dolor, su repudio y su valentía, acudiendo a este “cementerio laico” a recordar a sus muertos. 

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