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Meses de terror en el pueblo: vejaciones a las mujeres, robo a los pobres y más ejecuciones
Durante los primeros
meses del terror, además de los detenidos y asesinados, se sucedieron los desaparecidos,
los reclutamientos forzosos, las vejaciones a las mujeres y muchas otras formas
de represión.
Incluso llegaron
a ir a buscar a algunos jóvenes que estaban haciendo el servicio militar con
intención de fusilarlos. Es el caso de Pedro Romero González, hermano de tres
fusilados. Estaba haciendo la mili cuando los falangistas se presentaron para
detenerlo pero el capitán al cargo no dejó que se lo llevaran.
Entre julio y diciembre se sucedieron diversas humillaciones a las mujeres de izquierda
del pueblo: cortes de pelo a cero, obligadas a beber aceite de ricino, y a pasear
por el pueblo con la bandera de la Falange y cantando el “caralsol”. Algunas fueron
sometidas a tener relaciones sexuales con los verdugos si querían ayudar a sus maridos.
Una cuadrilla de jóvenes falangistas eran el terror. Como sucedió en otros
pueblos, “les ponían una oveja modorra y los hinchaban a vino” (les daban para
que se comieran una oveja medio enferma y abundante vino) y luego se encargaban
de hacer todas las fechorías. Algunas de las mujeres falangistas también las
cuentan entre las peores. Se burlaban de las mujeres de izquierdas, las
golpeaban y rasgaban sus ropas exponiéndolas al escarnio público.
Julia Aramendía Martínez estuvo presa en
la cárcel de Pamplona durante tres meses (del 27 de julio al 1 de noviembre). Tomasa
Verano Martínez y Rosa Ramírez Lizanzu estuvieron en la cárcel de Estella. También
estuvo presas Matilde Aramendía.
Lina Verano, Valentina Hernández Verano,
Melchora Quijera Suberviola, Pascuala la Tina, entre otras muchas, fueron
rapadas. Una de las peor tratadas seguramente fue Felipa Asurmendi, mujer del alcalde
Dionisio Salcedo, de la que los antiguos dicen: “le hicieron de todo”. O como
diría en entrevista su hija Angelita: “le hicieron como al Señor”, evocando el
“via crucis” de tortura.
Durante estos primeros meses de represión
y terror, los familiares de Libertad Valerio, cuyo padre fue asesinado, fueron obligados
a bautizarla con “nombre cristiano” (Romualda); así sucedió con muchos otros. Aunque
sólo en el año 1945 fueron hechas anotaciones al margen de los libros de registro
civil “subsanando los errores”. La represión fue tal que los coetáneos de los re-nombrados,
en su mayoría, nunca supieron de estos hechos. También es cierto que varios de ellos
murieron en edad temprana.
Los dos curas que había en el pueblo, el
párroco Jerónimo Mercapide y el coadjutor Ángel Martínez, acompañaron –cuando
menos con su silencio cómplice- la matanza y las humillaciones. Jerónimo aparece
firmando como testigo de al menos seis de los asesinatos extrajudiciales. Varios
testimonios coinciden al señalar el papel oprobioso de Jerónimo en la matanza.
Los barberos fueron un gremio que sufrió
fuerte represión. Varios de ellos fueron sometidos a actuar contra su propia voluntad. El barbero Marcos García fue asesinado. Alguno
de ellos debió rapar a sus propios familiares o hasta a su novia. Los llamaban al
cuartel de la guardia civil y los obligaban a rapar a las mujeres bajo amenaza de
muerte. En otras ocasiones rapaban a las mujeres en una barbería que estaba situada
bajo los portales de la Plaza. Se sabe del joven barbero Nicolás Armendáriz,
detenido en la cárcel de Pamplona en 1939 (para más datos sobre él, ver la
página web de la UPNA).
En pocos meses se conforma y estructura el
Círculo Carlista de Mendavia. El 2 de octubre de 1936 el gobernador de Navarra autoriza al alcalde Fermín Martínez de Luco
y a Máximo García, de la Junta de Guerra, a apropiarse de unas 700 robadas que habían
sido sembradas colectivamente por los campesinos pobres unos meses antes; al poco
tiempo nuevamente las tierras de Imas serán entregadas por los sublevados a su anterior
propietario, el terrateniente Ángel Jiménez.
En estos primeros meses tras el Golpe, un
sargento de la Guardia Civil asesina a Lorenzo Urquizo Sainz (UGT), padre de
una niña. Aunque Lorenzo trabajaba como jornalero, si se
prestaba la ocasión también hacía trabajos como guarnicionero. Al casarse, se
trasladó desde la calle San Bartolomé a La Carrera (Calle Augusto Echeverría) y
allí tenía su lugar de trabajo. Un testimonio afirma que venían desde Arrúbal
varios vecinos de Mendavia juntos. Se escucharon disparos y decidieron tomar un
camino secundario. Lorenzo venía de realizar o entregar algún trabajo
relacionado con su oficio. A Lorenzo no lo vieron más. Otro testigo escuchó
posteriormente una conversación en el tren de dos guardias civiles
vanagloriándose de haber matado a “ese cobarde”. Un acta de defunción del
14-11-1945, realizada en Mendavia, ante el juez Raimundo Oliván, indica que
José Fernández de Piérola Alegría identificó el cadáver el 20 de octubre de
1936, en jurisdicción de Estella. Actúa además de testigo Jerónimo Mercapide.
Firma el acta Flor Sábada, cuñada de Lorenzo. Así como es extraña la ubicación
de la defunción en Estella, también es dudosa la fecha, pero permite establecer
un límite para la muerte de Lorenzo. Es posible cualquier fecha entre finales
de julio y el 20 de octubre.
Félix Marañón Alonso, detenido y torturado,
murió en su casa el 2 de mayo de 1939, con 23 años. Tal vez sea el único de los
represaliados que fue enterrado directamente en el cementerio de Mendavia.
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